viernes, 23 de marzo de 2012

El aborto involuntario.

El aborto es la interrupción del embarazo antes de la semana 22. A partir de esa semana, o si el feto pesa más de 500 gr., se habla de muerte fetal (porque se considera que el bebé podría ya vivir fuera del útero materno).

Dejando a parte el tema del aborto voluntario, la pérdida involuntaria del bebé puede manifestarse de manera espontánea en forma de sangrado abundante, dolor abdominal de típo cólico y/o expulsión de coágulos de sangre. Muchas veces esto ocurre tan al principio del embarazo que la mujer sufre un aborto sin siquiera saber que estaba embarazada pudiendo confundirlo incluso con una menstruación (que se ha retrasado un poco y posiblemente más abundante de lo normal). La pérdida puede también no manifestarse hasta la visita al ginecólogo. Es el aborto diferido, uno de los más traumáticos por lo inesperado de la noticia. La embarazada no presenta ningún síntoma anómalo. Cuando los que se creen futuros padres acunden a la consulta para la ecografía rutinaria, sin esperarlo, reciben la noticia de que el embrión "se ha parado" como dicen los médicos. Ha dejado de crecer desde la última ecografía, el corazón no late y no hay ningún movimiento.

En ambos casos hay que extraer el embrión, o asegurase de que se ha expulsado completamente si ha habido sangrado, para evitar infecciones. Dependiendo del tamaño que tuviese el embrión los médicos recondarán uno u otro método, siendo los más habituales un tratamiento con medicamentos que ayudan a la expulsión y la cirugía (por legrado/raspado o aspiración). Hablaré de los tratamiento en otro post.

Las estadísticas sobre el porcentaje de embarazos que acaban en aborto varía mucho de unas a otras; entre un 12 y un 50%. En lo que sí coinciden todas es en que la mayoría ocurren en las primeras semanas de embarazo, reduciéndose mucho la probabilidad a partir de la semana 12. También se sabe que la mayoría de estas interrupciones involuntarias del embarazo se deben a anomalías cromosómicas, y en menor medida a enfermedades de la madre (por ejemplo diabetes, hepatitis B, toxoplasmosis, sida...). Es, para entenderlo mejor, como si la naturaleza que es sabia reconociese un "producto defectuoso" e interrumpe la producción para evitar problemar posteriores.

No hay mucho que las madres puedan hacer para prevenirlo, pero sí que existen ciertos factores de riesgo:
- El mayor factor de riesgo es la edad de la madre. Entre los 20-30 años la tasa de abortos naturales está en un 12% de los embarazos, de 30-35 sube a un 15 %, de 35-40 a un 25% y a partir de los 40 años la probabilidad de abortar llega al 50%.
- Otro factor de riesgo es el haber sufrido abortos previos. Cuantos más abortos previos se han sufrido mayor es la probabilidad de que vuelva a pasar. Después de un solo aborto el riego es mínimo, pero después de 2 ya es del 25% y de 3 del 45%.
- Ciertas enfermedades maternas como malformaciones del útero, algunos transtornos hemorrágicos, enfermedades infecciosas como la rubeóla, diabetes también pueden afectar. 

- Y sobre todo hay que tener en cuenta, porque sobre estos factores sí podemos actuar para reducir el riesgo, que ciertos comportamientos aumentan también el riesgo de malformaciones en el feto o de abortar: fumar, beber alcohol, consumir drogas, tomar un exceso de cafeína (más de 5 cafés al día), hacerse radiografías, temar ciertos medicamentos (antibióticos, antiinflamatorios como el ibuprofeno...), contagiarse de toxoplasmosis, una alimentación insuficiente o muy deficiente, ... etc. Llevar una vida sana antes y durante el embarazo es fundamental. Es importante que el futuro padre se cuide también, ya que aporta la mitad de la carga genética.

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