lunes, 15 de abril de 2013

Así fue mi cesárea

Ya conté en esta entrada cómo de inesperada fue la llegada de nestro bebé. Me faltó explicar cómo se complicó la cesárea por causa de la anestesia. Dado que durante el trabajo de dilatación (mejor dicho intento de dilatación, porque tras 9 horas con oxitocina no llegué ni a borrar el cuello del útero) no pedí la epidural, para la cesárea me administraron una anestesia raquídea (el personal médico la llama "raqui"). También se inyecta en la espalda pero al contrario que con la epidural en la que te dejan un catéter para ir administrando más anestesia, la raqui es de dosis única, se supone que hace efecto más rápido y también se pasa antes, por lo que se se usa para intervenciones cortas.

Cuando me pasaron a quirófano las contracciones eran ya dolorosas, aunque bastante soportables. Me pasaron a la "mesa", una cama estrecha estrechísima y dura durísima y vino el anestesiólogo. Cuando iba a pincharme tuvo que atender una urgencia y se fue un momento. "Lo que me faltaba, como si no estuviese ya suficientemente nerviosa", recuerdo que pensé. Regresó pronto y mientras una enfermera me sujetaba el tronco él se preparaba para inyectarme la anestesia, tras explicarme el porqué de la raqui y no una epidural, le oí comentar algo así como "Vaya, ya me han traído otra vez estas agujas. Mira que les he dicho que no me gustan, que son muy flexibles". "Vaya hombre, qué suerte tengo". Me dio un primer pinchazo que me hizo moverme un poco, por lo que él se quejó. Creo que me dio otro pinchazo (puede que primero me anestesiase la zona y luego ya no noté la inyección de la anestesia raquídea), y después me tumbaron y me sujetaron los brazos a una especie de caballetes. Recuerdo tiritar mucho, un montón, no sé si era frío, nervios o un efecto secundario de la raqui. Colocaron una tela delante a la altura de mi pecho de modo que yo no podía ver lo que hacían, y empezaron a cortar. Y ahí llegó el problema. Noté mucho dolor, tanto que me hizo intentar incorporarme . Me quejé, dije que notaba mucha presión, pero me respondieron que tranquila, que no pensara en lo que me estaban haciendo (como insinuando que era autosugestión). Volvieron a cortar y prometo que noté cómo el bisturí se habría paso a través de dos o tres capas distintas de mi abdomen. Volví a reaccionar intentando incorporarme y asiendo con fuerza los caballetes que me sujetaban los brazos. Creo que ahí se dieron cuenta de que realmente notaba lo que me estaban haciendo. Oí a alguien, supongo que al anestesiólogo, decir que iban a esperar un par de minutos. Yo pensé que sería para dar tiempo a que la anestesia hiciese más efecto pero lo próximo que recuerdo fue despertar en el mismo quirófano cuando la operación ya había terminado. Así me lo dijeron, y a continuación me pasaron a una sala contigua para la recuperación. Al momento entraron mi marido y mi bebé, al que pusieron sobre mi pecho, piel con piel. Fue una sensación bonita, pero la tengo algo borrosa.

Mi marido me explicó un par de días después, al comentarle yo que no recordaba el momento en que me sacaron al bebé ni que me lo colocasen sobre el pecho, que finalmente me habían administrado anestesia general. Él se sorprendió de que yo no lo supiese y me contó que estando él en el box del paritorio mientras yo estaba en quirófano llegó alguien  con el bebé y le explicaron que me habían tenido que dormir toda, por lo que haría él la piel-con-piel. Se quitó la camiseta y tuvo al bebé recién nacido sobre el pecho un buen rato, hasta que ya entraron los dos a la sala donde yo me recuperaba de la cesárea. Viendo ahora cómo se tranquiliza el niño cuando está con su padre estoy convencida que esos primeros momentos juntos tuvieron mucho que ver.

Estuvimos en aquella sala un tiempo. No sé si fue media hora, una hora o dos; tampoco sé cuánto tiempo estuve  allí desde la cesárea hasta que entraron los hombres de mi vida. Estuvimos intentando que el bebé se cogiese al pecho, pero no lo conseguimos a pesar de la ayuda de un enfermero o pediatra. Durante ese tiempo entraba de vez en cuando alguien y me preguntaba si ya podía mover las piernas y los pies. A la tercera o cuarta vez, bastante tiempo después, empecé a poder moverlos y poco después nos subieron a la habitación. Eran aproximadamente las 2:30 de la madrugada. Pasamos el resto de la noche allí, sólos, sin dar la noticia a nadie. Fueron unas horas maravillosas.

Ahora ya hace más de un mes de aquello y me encuentro bastante bien. Los primeros 10 ó 12  días  tras la cesárea estaba muy dolorida y muy cansada. No podía hacer nada sola. Necesitaba la ayuda de mi marido hasta para sentarme o levantarme del sofá, ni que decir tiene que lo peor era la cama. Pero poco a poco me va molestando menos. Sin embargo apenas tengo aún fuerza abdominal. La cicatriz externa cicatrizó en unas 3 semanas pero las cicatrices internas tardan unos 5 a 6 meses en curar. Toca  cuidarse: comer bien, beber mucha agua y descansar. Seguro que la felicidad de tener a mi bebé en brazos también ayuda.

martes, 9 de abril de 2013

El primer mes.

Parece mentira pero nuestro pequeñín ya tiene un mes.

Desde aquellos primeros días en el hospital nos hemos ido conociendo, enamorando más cada minuto. Poco a poco hemos ido aprendiendo.

En el hospital todo era más fácil, no había que hacer mucho. El personal estaba siempre atento y pendiente de todo. Los primeros días en casa fueron algo más difíciles. La cesárea no me dejaba moverme demasiado, lo que junto con la inexperiencia complicaba cualquier cosa que quisiera emprender. Por suerte mi marido estaba ahí para todo. A las 2 semanas el tema cesárea mejoró bastante; poder acostarme y levantarme de la cama o el sofá sin ayuda fue todo un avance.

Realmente un recién nacido necesita muy poco: que se le alimente, se le mantenga limpio y se le dé amor. Con el amor no hay problema, papi y mami tienen de sobra, se nos cae la baba con el garbancito. El tema alimentación ya no está siendo tan fácil. Desde el principio queríamos dar el pecho. Lactancia materna exclusiva y a demanda. Pero el peque no se coge al pecho. Alguna enfermeras dijeron que mis pezones son algo pequeños, no completamente planos, pero algo pequeño, otras opinaron que eran suficientes para que el bebé se pudiera coger bien. En fin, que desde el primer momento estamos intentando que nuestro bebé se agarre a mi pecho, pero de momento no lo hemos conseguido. Estoy dándole el pecho con ayuda de pezoneras, y de vez en cuando, cuando él no está demasiado ansioso y yo me veo con tiempo y paciencia intento amamantarlo sin pezonera. Se ha agarrado unas pocas veces pero se suelta a los pocos segundos, y además se coge mal. Bien pone los labios mal (el inferior hacia adentro) o bien abre muy poco la boca y sólo agarra el pezón, no la areola. Una vez a a la semana vamos a un taller de lactancia al centro de salud pero seguimos sin conseguirlo. Espero que lo logremos algún día. Me encantaría amamantarlo en exclusiva hasta los seis meses y después prolongar la lactancia materna durante meses o incluso un par de años, pero con las pezoneras lo veo difícil. Es bastante engorroso y además me duelen los pechos, los tengo algo irritados.

El tema sueño va según días. En general creo que nuestro garbancito no es muy dormilón. Se supone que en teoría un recién nacido debería dormir unas 16 a 18 horas al día, pero la mayoría de días nuestro bebé no llega ni de lejos. Puede que en parte tenga que ver con la teta, no sé. Muchas veces hace una toma y queda dormido en mis brazos (si alguien quiere saber qué es la felicidad, para mí ese ese momento ;-)   Lo incorporo un poco por si necesita eructar y se despierta pidiendo más teta. Y si lo dejo en la cuna lo mismo. en fin, que sólo aguanta durmiendo un poco tras tomar teta y si lo tengo en brazos. Por las noches lo mismo. De vez en cuando aguanta una o dos horas durmiendo, pero por lo general está mamando o pidiendo teta.

Ser mamá apenas me deja un minuto libre, estoy agotada, apenas duermo una hora seguida, no me da tiempo a hacer nada, ducharme, comer o ir al baño requieren una organización logística importante, pero me encanta. Os contaría muchas cosas más, sobre todo lo feliz que me hace mi hijo, pero tendrá que ser otro día (no sé cuándo volveré a tener un ratito como este) porque ya me reclama. ¡Voy cariño mío!